Si buscamos la definición de maridaje en el ámbito gastronómico, esta se define como un arte, el de combinar de la manera más apetecible posible los sabores, aromas y texturas de diferentes alimentos y bebidas. Principalmente lo que se busca con esta combinación es resaltar las cualidades de cada uno de esos productos y obtener una más que placentera experiencia gastronómica. Pero si buscamos el significado de la palabra maridaje en el diccionario nos aparecerán dos descripciones:
- Unión y conformidad entre marido y mujer.
- Unión íntima o armoniosa de dos cosas entre sí.
De la primera no vamos a hablar porque seguro que se nos iría de las manos, así que nos vamos a centrar en la segunda descripción que es la que más podemos asemejar a lo que nosotros entendemos por un maridaje gastronómico, una unión, más o menos armoniosa, entre dos o más productos.
He dicho más o menos porque sobre esto de los maridajes no existe una ciencia exacta, aunque tampoco la existe inexacta. Para lograr un maridaje “perfecto” entran en juego muchos factores organolépticos y también de la propia personalidad del consumidor. Es como un juego, tenemos unas reglas, unas fichas (nuestros sentidos) y unos dados, ahora solo hay que jugar la mejor partida posible con todo lo que hay sobre el tablero, en este caso sobre la mesa.
Podemos establecer a veces ciertos maridajes “estándar” que sabemos o intuimos que pueden funcionar muy bien, algo que parece que está ya establecido de manera cultural e incluso social. Pero existen varios tipos de maridaje o acompañamientos que podemos emplear para hacer más atractiva nuestra experiencia organoléptica y vamos a tratar de describirlos a continuación.
Tipos de maridaje
Maridaje por similitud
El maridaje de similitud es posiblemente el más utilizado y el que antes he querido denominar como “estándar”. No es más que una combinación de aromas, sabores y sensaciones lo más similares posibles de tal manera que sus cualidades organolépticas vayan tan de la mano que unas no tapen a las otras, convirtiéndolo en una comunión casi perfecta.
Por ejemplo, si tenemos ante nosotros un plato muy especiado suponemos que le irá muy bien una cerveza con matices especiados o incluso con algún tipo de especie como adjunto (tomillo, romero, …)
Algunas pautas básicas que podemos seguir en este tipo de maridaje pueden ser las siguientes:
- Con cervezas tipo lager, amargas, secas y ligeras, cualquier tipo de aperitivo como unos snacks o unos encurtidos (aceitunas, …)
- Las cervezas tipo Porter o Stout, con notas de café, chocolate, etc, sabemos que van muy bien con muchos postres.
- Las cervezas con más cuerpo, más alcohólicas y con un dulzor destacado las podemos maridar muy bien con carnes rojas, estofados o carnes con mucho sabor como la de ciervo o jabalí por ejemplo.
- Y aunque menos conocidas las cervezas ácidas, lambic o sour, son buenas propuestas de maridaje también para algunos tipos de plato, como por ejemplo postres (tarta de queso con arándanos,..) o algunos pescados al horno.
Maridaje por contraste
Con este tipo de maridaje nos cambiamos completamente de acera con respecto al anterior, y es que nos vamos a la atracción de los polos opuestos. Este tipo de maridaje se basa en la conjugación de dos productos con unas características muy diferenciadas entre sí pero que por obra de arte se complementan a las mil maravillas.
Aquí la apuesta es más arriesgada, se trata de buscar el oponente y hacer que se enfrenten para que finalmente descubran que en realidad lo que se tienen es mucho más amor que odio. Si combinamos por ejemplo un alimento dulce con una cerveza muy amarga, una IPA (India Pale Ale) por ejemplo, el amargor saldrá destacado pero de mejor manera gracias al dulzor de la comida.
Lo que si tenemos que tener en cuenta en este tipo de maridajes es no pasarnos en la búsqueda de ese contraste, es decir, procurar que lo que resalte más en uno de los dos productos no tape por completo al otro, se trata de fusionarlos no de ocultarlos. Este es un maridaje con una alta dosis de riesgo pero que sin duda alguna si funciona bien es abrumadoramente sorprendente.
Maridaje socio-cultural
El maridaje socio-cultural es un maridaje mucho menos “estricto” que los anteriormente mencionados. En este tipo de maridaje se juega con la parte más social y cultural e incluso con modas o tendencias del momento.
Podemos englobar dentro de esta categoría los siguientes tipos:
- Maridaje local o de proximidad. Donde se busca la similitud o armonía entre productos de una misma zona geográfica, algo que en muchas ocasiones suele facilitar esta labor, unir vínculos y tradiciones culinarias con cervezas locales puede ser un gran acierto. Un ejemplo de este tipo de maridaje lo podemos encontrar con las tradicionales cervezas de trigo alemana, las Weizenbier, que le van muy bien al tradicional codillo alemán o a sus clásicas salchichas.
- Maridaje temático. Donde se buscan similitudes entre productos que sean acordes a un tema en concreto, como por ejemplo a un estilo de música, a una película de culto o a una afición como por ejemplo la montaña. Un ejemplo podría ser el maridaje de cervezas negras relacionadas con series policiacas y platos típicos de algunas de estas series.
- Maridaje extremo. En este tipo de maridaje se busca el emparejamiento entre dos productos con algunas características un tanto peculiares o muy destacables, como por ejemplo comidas extremadamente picantes con cervezas extremadamente lupuladas, o también picantes.
- Maridaje comparativo. Donde se prueba un mismo plato gastronómico con diferentes estilos y tipos de cervezas para comparar las diferencias organolépticas que se pueden apreciar con cada una de ellas.
Como veis el mundo del maridaje es muy amplio y abierto a multitud de posibilidades, por lo que la mejor recomendación que os podemos hacer al respecto es que lejos de seguir ciertas pautas, que en determinados momentos está muy bien y hay que hacerlo, dejéis jugar a vuestros sentidos y volar un poco a vuestra imaginación, seguro que de esta manera os lleváis más de una grata sorpresa.
Salud!!